Camino Vegano, Logroño

Hacía ya tiempo que cerró el único restaurante vegetariano que había en Logroño, y solo quedaban las rutas veganas que organiza una asociación por la calle Laurel y algún bar como el Sol Veggie, donde tienen algunos platos de la carta, como chorizo o hamburguesas veganas. Pero por lo demás, la gastronomía riojana es poco vegetariana, y apenas nada vegana.

Pero el otro día, pasando por la plaza del mercado, vimos este restaurante: Camino Vegano. Así que decidimos probarlo y fuimos el sábado pasado a cenar.

La zona donde está no tiene muchos restaurantes, es zona de bares de copas, así que por ahí lo pueden tener más complicado. Nada más entrar, nos recibió una camarera y nos preguntó si dentro o fuera. Elegimos fuera, y nos dijo: "en la única mesa que me queda". Por lo que nos dijo, solo tienen 3 mesas, dos que tenían ocupada un grupo de 5 que parecían turistas extranjeros, y la nuestra. Al lado, está la terraza de uno de los bares de copas, con lo que si hay mucha gente, es un poco ruidoso.

Pedimos para beber agua y una cerveza y mientras miramos la carta. Vimos que tienen un menú del día, pero nos dijeron que solo era para la comida, para la cena tiene que ser carta. La carta no es muy amplia, pero tiene cosas apetitosas: degustación de patés veganos, conchas de seitan y algas nori en escabeche con pan de ajo, shusi al curry... la verdad es que cuesta decidirse. Elegimos croquetas de brócoli, endivias con setas salteadas y mahonesa de azafrán y pimientos gratinados rellenos de setas y espinacas.

Además nos sacaron la carta de bebidas, donde hay varios tipos de vinos de Rioja para elegir, cerveza... y el servicio de pan y agua que cuesta 1€ por persona.

Una vez nos tomaron nota, nos trajeron unas aceitunas para picar y kefir de agua. Somos habituales consumidores del kefir de leche, pero el de agua no lo habíamos probado. El sabor es parecido, y nos comentó la camarera que es muy digestivo, tomado antes de la comida.

Enseguida nos llegaron las croquetas. Un plato grande con 6 croquetas y ensalada en el centro. Muy ricas, el bechamel muy jugoso, y además de brócoli llevaban pasas. Sin apenas aceite y la ración es generosa, muy recomendable. Un sabor muy original.

Luego llegaron las endivias, cuando aún no habíamos terminado las croquetas. También una ración generosa con 6 trozos de endivias y en el centro las setas salteadas. La mayonesa de azafrán muy ligera y con mucho sabor, también nos gustó mucho, quizá el plato que más de los tres.

Y por último nos llegaron los pimientos gratinados, recién salidos del horno en una cazuela de barro. Los pimientos rellenos de setas y espinacas, y con una bechamel bastante espesa, pero muy jugosa. También los saboreamos y dejamos la cazuela vacía.

Aunque ya estamos casi llenos porque veníamos de una comida familiar al mediodía, nos picó el gusanillo de probar los postres. No tienen una gran variedad, pero los tres son muy apetecibles.

Nos decidimos por un helado de nectarina. Preguntamos a la camarera si pedir uno cada uno, y nos dijo que era una copa bastante grande, así que  pedimos uno para los dos. 

Es una copa con helado de nectarina (casero por supuesto) y dos rodajas de nectarina encima para decorar. Buenísimo, muy ligero y parece que estas comiendo la nectarina, no sabe a nada más.

Como habíamos quedado y ya ibamos un poco tarde, pedimos la cuenta, que ascendió a 25,50€

En conclusión, recomendamos encarecidamente este restaurante y seguro que volveremos. La terraza es pequeña, solo tres mesas, aunque nos comentaron que la ampliarán en breve. El salón interior es bastante grande y está decorado sencillo pero bonito. El local está muy limpio, las camareras dan una atención excelente, la comida está muy buena y los precios son más que razonables. Aunque no seas vegan@, como es mi caso, seguro que vas a disfrutar mucho de este restaurante con comida diferente, en el mismo centro de Logroño.