miércoles, 18 de enero de 2017

La oveja negra, Madrid

La Oveja Negra, taberna vegana, se encuentra en el barrio de Lavapies, en la calle Buenavista 42. Se trata de uno de los barrios más animados de Madrid, donde convive la gente de toda la vida, con emigrantes y gente joven atraída por la vida del barrio.
En primer lugar hay que decir que como ellos mismos dicen, no es un restaurante. Tiene mesas para cenar sentado, pero el ambiente es el de un bar. No se si incluso aceptan reservas, o si cuando llegas hay sitio, o sino de pie.
El día que fuimos, un viernes por la noche sobre las 22:00, estaba lleno y era bastante ruidoso. Además, lo tienen ambientado con poca luz, por lo que el aspecto que ofrece es evidentemente de taberna. Las paredes tienen azulejos en la parte inferior y están pintadas en la parte superior de varios colores, aunque apenas se ven porque están llenas de carteles de luchas sociales: feminismo, lucha contra el heteropatriarcado, defensa de colectivos lgtb, luchas laborales, derechos de los animales....  Las mesas son de madera igual que las sillas, de esa antiguas plegables compuestas de tablones de madera unidos.

Como no había sitio, decidimos picar algo en la barra. La cerveza que tienen de barril es estrella de levante, una cerveza no muy fácil de encontrar en Madrid. Además tienen cerveza artesana ecológica Veer, una de cuyas variedades denominan Saco y Vanzetti, en honor a los anarquistas condenados a muerte y asesinados en EEUU a principios del siglo XX sin una sola prueba en su contra.

Pedimos unas cervezas dobles y echamos un vistazo a la carta. Para beber, además de las cervezas, tienen también vinos con algunas opciones ecológicas y sidra, también artesana y ecológica. En cuanto a comida, la carta no es excesivamente amplia, pero es fácil encontrar algo que te convenza. Se puede consultar aquí e incluye platos como rollo de espinacas, hummus, tomate seco, nueces y pepino, piadina de setas, hamburguesas vegetales de varios tipos, seitan relleno, croquetas de varios tipos, hummus..... Pensamos en pedir unas croquetas de calabaza y puerro, pero la camarera nos oyó y nos dijo que se les habían terminado, así que seguimos mirando para elegir.
Nos decidimos por una tabla de patés y queso (5,50€), chorivegano a la sidra (4€), y la piadina de setas (4,50€).

Además, tienen un gran surtido de tes , cafés y batidos y zumos naturales.

 Tuvimos suerte, porque mientras nos preparaban la comida, una mesa de las de al lado de la barra (luego tienen al fondo otro espacio separado por unos arcos) se quedó libre, y nos pudimos sentar. A los 10 minutos, mientras nos entreteníamos echando un vistazo a los carteles de manifestaciones, concentraciones, huelgas y actos políticos, llegó el chorivegano a la sidra. Lo sirven en una cazuela de barro, con una salsa de tomate. El chorivegano parece chorizo de verdad, y combinado con la salsa está realmente bueno... lo devoramos. 

Luego llegó la tabla de patés y queso, que se compone de cuatro patés y lleva un trozo de membrillo en medio, para cambiar el sabor entre paté y paté:
  •  zanahoria y nueces, 
  • tomate seco, 
  • champiñón y 
  • cacahuete y queso de untar
Lo presentan en una tabla de madera, en unos bols de cristal. Los patés están muy buenos, y se acompañan con pan, nachos, regañas y picos.

Y por último nos llegó la piadina. Lo primero que sorprende es lo grande que es. Prácticamente es plato único de cena para una persona. Se trata de una (gran) tortilla de trigo rellena de setas, puerro, calabacín y boniato. Viene muy bien enrollada y nos llegó calentita, calentita. Pero el sabor no es nada especial. No es que esté mala, que no lo está, pero tampoco es nada nuevo, por lo que no nos entusiasmo. Además está la dificultad de comertela a mano o con cubiertos, se te acaba saliendo todo.


Tienen también postres caseros (tarta de chocolate y nata vegana, de zanahoria,...), pero como nos habíamos llenado con la comida, pedimos unas infusiones. Un te verde hierbabuena y una infusión ensueño (manzana, hibisco, escaramujo, limonaria, naranja, enebro y cannabis). Te la ponen en una tetera vintage, muy chula.



Pedimos la cuenta y fueron 24€ (6€ por las tres cervezas y 4€ de las dos infusiones) que nos parece barato para una cena de dos personas en el centro de Madrid.

Se trata pues de un restaurante con una comida de calidad, bien presentada, el servicio es también bueno, rápido, el bar está muy limpio, la ubicación excelente en el centro de Madrid y con unos precios más que asequibles, (se puede cenar por 7€ persona con bebida). Ofrece la posibilidad de comer comida ecológica y probar la cocina vegana, además de cervezas artesanas, batidos y zumos.
Como aspectos negativos quizá que el bar es pequeño y puede costar encontrar sitio, y que es bastante ruidoso. Las mesas son pequeñas y las sillas no excesivamente cómodas.
En conclusión, recomendamos encarecidamente este restaurante y seguro que volveremos.

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