lunes, 9 de enero de 2017

Rayen Vegano, Madrid

Ya hace tiempo que abrió este restaurante en el centro de Madrid, en la zona del barrio de las Letras - Huertas. Pero aunque habíamos ido varias veces sin reservar, nunca habíamos encontrado sitio. El restaurante está en un local muy pequeñito, aunque las mesas están muy juntas, no creo que puedan comer más de 14 personas a la vez. La dirección es calle Lope de Vega 7 y el teléfono para reservar es 675 38 20 72, y tienen web donde consultar horarios y demás detalles www.rayenvegan.com. Se trata de un restaurante vegano (ningún tipo de carne ni pescado, ni tampoco ningún alimento que venga de animales: ni leche, ni huevos, ni queso,...) y donde toda la comida es ecológica (es decir, que en su producción no se utiliza ningún tipo de química, todo natural)


En esta ocasión, era un día entre semana, en la semana entre Navidad y Año Nuevo con lo que decidimos reservar, puesto que hay mucha gente de vacaciones, e ir a comer. Llamamos y nos dijeron que teníamos que elegir turno, o las 13:30 o las 15:00. Así que elegimos las 15:00 y reservamos una mesa para dos.

Llegamos 5 minutos antes, y ya estaba preparada nuestra mesa. La primera sensación que da el interior del restaurante no es buena, es más bien de falta de espacio, de agobio. Las mesas están muy juntas y apenas se puede pasar. De hecho para que nos pudiéramos sentar, tuvieron que llevarse el abrigo de la persona de la mesa de al lado, y llevarse también los nuestros. Es una pena, porque la verdad que por fuera, como se puede ver en la foto, es muy bonito.

Nos sentamos, nos trajeron la carta y nos preguntaron por la bebida. Tienen vinos ecológicos, cervezas artesanas... así q nos decidimos por una cervez Osa (elaborada en el mismo barrio de las letras) y agua. El agua la puede pedir mineral, o agua del grifo filtrada, que es la que elegimos.

En la carta no tenían menú del día, sino el menú de invierno, con buena variedad de platos como primero y segundos: lasagna cruda con portobello, wonton crujiente de seitan con tarta de boniato, caponata siciliana, aguacate relleno, extinción (un plato dividido en dos partes con ciruela, caqui, prickles de jengibre, arroz salvaje,....). Nos comentaron que los platos son bastante grandes, así que nos pedimos dos para compartir: la caponata y extinción.



Enseguida nos trajeron la caponata. Lleva una base mapur (embutido vegetal a base de harina de garbanzo) y sobre ella una mezcla de berenjenas, apio, aceitunas y alcaparras con un aliño agridulce. Y acompañado de pan casero de espelta. Buenísimo, nos encantó el sabor de la verdura asada con el aliño. Es un plato generoso y bastante ligero, pero a la vez con mucho sabor y muy sano.



Luego nos llegó la primera parte de extinción: una bandeja con granada y jengibre y una jarrita con sake, y otra con ciruela y caqui con vinagre de arroz, sobre una base de tofu con aguacate. Estaba también bueno, y luego el sake como digestivo, muy suave de sabor, aunque se nota el alcohol un poco.

Y después nos trajeron la segunda parte, un plato bastante grande con un tomate relleno de mayonesa de anacardo, tofu marinado con salsa de remolacha y bolas de arroz salvaje. Menos el tofú, que es un poco seco, el resto del plato nos gustó mucho. Muy rico el arroz salvaje con la salsa y el tomate relleno. 

Nos recogieron los platos y nos preguntaron si queríamos postre o café. Nos quedamos con ganas de pedir el combinado de tartas, que incluye un trozo de cada una de las tres tartas que tienen ese día. Pero estábamos ya demasiado llenos y decidimos pedir la cuenta e ir a tomar una café o infusión a otro sitio. La cuenta ascendió a 33,50€ ( 13€ la caponata, 14,50 el plato extinción, 4,30€ la cerveza Osa y 1,50€ el agua filtrada).

Por tanto, es un restaurante que recomendamos y al que seguro que volveremos. Como importantes puntos positivos: la comida es ecológica, está muy rica, es original, bien presentada, el personal del restaurante es muy amable, está bien de precio, tiene carta de vinos y de cervezas artesanas,...
Como puntos menos positivos, los derivados de un local tan pequeño: hay que reservar siempre o tener mucha suerte, el salón no es muy confortable con las mesas tan juntas y te tienes que adaptar a uno de los dos turnos en comidas y cenas. 

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