domingo, 25 de noviembre de 2012

WOGABOO, CC Parquesur


No somos amigos ni de franquicias ni de centros comerciales, pero por esta vez hicimos una excepción y acabamos en el Wogaboo de Parquesur (Leganés).
Elegimos esta franquicia porque era el único que parecía escaparse a la comida basura y poco innovadora  de los centros comerciales, porque reservando con Eltenedor había un 50% de descuento y cogen cheques gourmet.
La decoración es bastante moderna, así como el vestuario de los camareros/as, todas/os ataviados con pinganillo aunque no me quede muy claro para qué. La cocina está a la vista con cristales como en los restaurantes japoneses y cuidan bastante el trato y la presentación en general.
La carta se centra en combinar pastas con salsas en dos secciones: de Asia o mediterránea. Por lo demás, el sistema es similar al de millones de italianos: eliges la pasta y eliges la salsa. Además también tiene arroces, carnes y una interesante variedad de entrante y ensaladas.
Nuestra elección fue: de entrante comenzamos con huevos con trufa sobre chips de noodles (fideos) crujientes, parmesano y aceite de oliva. En apariencia parece el típico plato en el que rellenan con el ingrediente más barato, en este caso los noodles, puesto que el plato es prácticamente eso con un huevo frito por encima y trufa. No obstante el sabor es muy bueno, ya que la trufa se aprecia bastante, y para mi sorpresa combina a la perfección con los noodles, el aceite y el parmesano que hay abajo. Exquisito.
Continuamos con un Tartar de atún y aguacate, acompañados con sésamo. Muy bueno, con un sabor muy suave y resaltado por el sésamo.
De segundo pedimos por un lado una pasta: rice noodles  con salsa shiiitake. La salsa tenía zanahoria, brotes de soja, pollo, setas, sésamo y salsa de soja. Muy buen sabor aunque mi opinión personal es que el pollo le sobraba. Hubiese preferido un segundo vegetariano pero para variar en los restaurantes españoles, no había posibilidad.
También pedimos bistec de cuadrill, con carne roja argentina al gril. Venía acompañada de patatas fritas, ensalada y salsa chimichurri. La textura de la carne suave y el sabor auténtico.
A pesar de considerarnos más que satisfechos, haciendo uso de una gran estrategia de marketing, el camarero vino a nuestra mesa con una bandeja llena de postres en botes de cristal con tapa hermética muy “vintage”. Fue inevitable pedirnos uno al verlos con esa pinta delante de nuestras narices. Cogimos para compartir crema de yogur con dulce de mango y nueces.  El sabor buenísimo aunque con más azúcares refinados que los que nuestro cuerpo necesitaba.
Esa estrategia de marketing continuó con un camarero  con un carrito colocado con perfecto gusto que nos ofreció una copa, aunque esto si que lo rechazamos.
El precio de todo, con cerveza y agua como bebida y el pan, fue de 45,35 €, al que le restamos 18,97 € de la promoción de El Tenedor, en total pagamos 29,02 €
En conclusión un restaurante agradable de y de buena calidad al que podemos recurrir cuando nos veamos en la necesidad extrema de comer o cenar en un centro  comercial.

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