En esta ocasión, fuimos 4 personas un sábado por la noche, y sin reserva. Tuvimos suerte, porque en el restaurante había bastante gente, pero enseguida nos sentaron. La decoración y la apariencia del restaurante, no habían cambiado desde la visita anterior, así que no comentaremos nada.
Decidimos pedir platos para compartir, en lugar de los clásicos entrantes y un segundo más contundente. La carta es amplia y variada, y tampoco había cambiado desde la vez anterior. Es curioso que está ordenada por precios, para que cuides tu bolsillo (según dice el restaurante en su web).
Nos decidimos por un par de croquetas (3€), una ensalada del bosque (6€), queso de cabra templado con mermelada de pimientos del piquillo (8€), carpaccio de berenjenas (8€), chorizo criollo con chimichurri (8€), y raviolis de ternera con salsa de nata y champis (8€). Para beber pedimos una botella de Lopez de Haro crianza (12€) y un par de botellas de agua (2,50€ cada una).
Todos los platos nos gustaron, especialmente el carpaccio de berenjenas, que lo preparan al horno con mozzarella y miel, y está exquisito. El único problema es que la ración es un poco escasa para cuatro personas. También nos gustaron mucho los raviolis, rellenos de ternera, y con una sala de nata y champiñones muy ligera.
Para los postres ya no teníamos mucha hambre, así que pedimos dos para los cuatro: un helado de chocolate amargo con aceite de oliva y un flan de queso. Los dos están muy buenos, y destacar el helado, donde el amargo del chocolate combina muy bien con el aceite de oliva.
Pedimos la cuenta, porque ya el restaurante estaba lleno de gente, y resulta un poco ruidoso. Pagamos 68€, que no está nada mal para cuatro personas, teniendo en cuenta que pedimos vino y postres, que siempre suben la cuenta bastante.
Es por tanto un restaurante muy recomendable, con buena relación calidad-precio, y al que seguro que volveremos.
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