Llegamos a la puerta sobre las 14:15 y ya había gente esperando, en una fila en la puerta. Ya habíamos visto el día anterior que en Les Quinze Nits también había cola de gente esperando, tanto para comer, como para cenar. Nosotros no tenemos costumbre de esperar fila para comer en un restaurante, pero en esta ocasión y dado que el restaurante era una recomendación, decidimos esperar. No fue una larga espera, como solo eramos dos, en unos 15 minutos nos pasaron a la mesa.
El restaurante cuenta con dos plantas, en cada una de las cuales hay alrededor de 50 mesas. Tiene poca luz, y a pesar de la cantidad de gente que puede haber comiendo, no da sensación de agobio. La decoración es modernista, con vigas vistas de madera y grandes ventanales, y mesas de madera y mimbre.
Nos decidimos por farcellets de pernil (7,23€)y platillo de croquetes de pollastre y bolets (5,41€) como entrantes. Los farcellets eran espárragos verdes con jamón ibérico enrollado alrededor y bechamel. Las croquetas venian acompañadas de ensalada de canonigos y te ponen 4, dos de boletus y dos de pollo. Los dos platos nos gustaron mucho, sobre todo las croquetas de boletus.
En cuanto al servicio, aunque he leido opiniones que hablan bastante mal de camareros y camareras, tengo que discrepar. Nos atendieron con amabilidad, bastante rápido, y lo único que no costó más es que nos cobraran, que tuvimos que esperar un buen rato. Pero en general, muy bien. Incluyendo agua, cerveza y pan, pagamos 36,61€ que no nos pareció caro.
Como resumen, diremos que es un restaurante bastante recomendable para comer en el centro de Barcelona. No es un restaurante excelente, pero la relación calidad precio es buena, la carta es variada y el ambiente del restaurante es agradable. Además se puede pagar con cheques de comida, que siempre es una ventaja.
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