domingo, 21 de abril de 2013

Il Tempietto, CC Tres Aguas.


Es verdad, que no somos amig@s de los centros comerciales. Pero también es verdad que hoy en día en Madrid si quieres ir al cine, pocas opciones tienes que no pasen por ir a un centro comercial. Los cines han ido desapareciendo poco a poco de los centros de las ciudades y pueblos, y ya son pocos los que resisten. Así que, un viernes que queríamos ir al cine, nos decidimos por entrar a cenar antes a este restaurante, Il Tempietto.

Se trata de una cadena de restaurantes, de franquicias. En Madrid en concreto hay 8, casi todos en centros comerciales. Es un restaurante de comida italiana, que no destaca ni por su decoración, ni por su fachada.


Como fuimos a cenar pronto, estaba casi vacío, y nos sentaron nada más entrar, en una de las mesas de la zona izquierda. En la zona de la derecha tienen una especie de barra, y hasta el final del restaurante se extiende un salón muy grande, que tendrá más de 70 mesas.

Nada más sentarnos nos trajeron la carta y pedimos un par de cervezas para beber. Las cervezas con dobles y cuestan 2,55€. La carta es la de un italiano tradicional, sin mucha innovación. En primer lugar estan los antipasti y las ensaladas, luego las pastas (que como buen italiano puedes elegir el tipo de pasta y luego la salsa) que pueden ser secas, frescas o rellenas, las pizzas, las carnes y los risottos. Los precios de los entrantes rondan los 6€, las pastas y las pizzas sobre los 9-13€, e igual más o menos los risottos.

Nos pedimos un plato para cada uno, una pizza de boletus, buffala e tartufi (11,45€) y un rissoto ai tartuffi (11,35€). La espera fue breve, en menos de 15 minutos, nos trajeron ambos platos. La pizza era bastante grande (perfectamente es plato único, sobre todo para una cena), con la masa fina y bien horneada. En cuanto a los ingredientes, lleva crema de nata, queso parmesano, boletus, mozzarella di bufala y aceite de trufa. Muy rica, a los dos nos gustó mucho. Crujiente, sin escatimar en ingredientes y con un sabor muy rico, en el que destaca la trufa y los boletus.
El risotto es otro cantar. Como en tantos sitios de España, le echan nata. Y el risotto no la necesita, lo que requiere es una elaboración lenta, dando vueltas con una cuchara de madera, para que el arroz vaya soltando almidón. Y claro, para que quede más jugoso, sabroso y mejor ligado le echan nata. Y consiguen ese efecto, pero también que un plato que es ligero, deje de serlo, y te caiga en el estómago como un bloque, llenandote a la quinta cucharada. Además de la nata, lleva champiñones, calabacin y queso parmiggiano. No está mal de sabor, pero la nata anula un poco al resto de ingredientes. Lo sirven en un plato grande, pero la cantidad es más bien justa. En definitiva, regular siendo generosos.

De postre, nos dejamos guiar por las fotos de la carta, y pedimos una tarta di formaggio e
cicciolato (4,95€). Y es que, la foto que aparece en la carta, la hace realmente apetitosa. De hecho, resulta difícil elegir entre la pannacota, el nocciolato y la copa fontana di trevi, por ejemplo. La apariencia cuando te la traen, es más o menos la de la imágen. Pero la tarta no nos gustó. Resulta un poco seca, e incluso un poco insípida, si no la mezclas con la nata y el helado de vainilla. Además, se nota demasiado que no es natural, que es una tarta industrial.

Pedimos la cuenta y pagamos 32,85. No es mucho, pero teniendo en cuenta que solo comimos un plato cada uno y un postre para compartir, no parece excesivamente barato.

En resumen, un restaurante en el que no es recomendable el risotto, a no ser que te guste con nata. Los postres tampoco es recomendable pedirlos, porque no son caseros. Y puede ser un buen sitio para comer una pizza o pasta, siempre y cuando tengas que ir al centro comercial. Si no, es muy fácil encontrar un italiano mucho mejor que este, que no deja de ser una franquicia.
Como nota positiva, no te cobran servicio ni te ponen pan, a no ser que expresamente lo pidas, lo cual está muy bien. Además puedes pedir agua del grifo, si no te apetece pedir mineral.

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