La escuela de Hostelería y Turismo Simone Ortega ofrece la posibilidad de probar los platos que preparan sus alumnos/as. Se puede ir a comer cualquier día entre semana, y a cenar los miércoles, jueves y viernes. Para ello hay que llama por teléfono y hacer la reserva. Si se quiere ir un viernes, hay que reservar con bastante antelación, al menos tres semanas. Para el resto de días no hay tantos problemas. Los datos de ubicación y contacto los tienen disponibles en su web http://www.ehtsimoneortega.com/
Reservamos mesa para 6 personas un viernes, y nos presentamos allí sobre las 20:30h. La hora para la cena es demasiado temprana para la costumbre española, porque cuando cenamos fuera, solemos hacerlo entorno a las 22:00h. Pero hay que tener en cuenta que el trabajo lo realizan estudiantes, que terminan su jornada a las 22:15h... y si las cenas empezaran a las 22:00h, acabarían saliendo alrededor de las 12:00 o 1:00h de la mañana.
La escuela es un antiguo instituto público mostoleño al que la escuela le ha añadido un edificio. Es un recinto bastante grande y hay dentro unas 15 plazas para aparcar. Tienen un salón interior, pero como hacía buen tiempo, tenían las mesas montadas en la terraza exterior.
Llegamos, y enseguida nos sentaron en la mesa que tenían ya preparada. La presentación de la mesa es como la de cualquier buen restaurante: mantel oscuro, servilletas blancas, vajilla moderna, centro de mesa y todo muy bien colocado. Nos trajeron la carta y nos sirvieron el agua. La carta consistía en un menú con un primero, un segundo y un postre.
Dentro de los primeros un poco de todo: pasta, ensalada, arroz, verduras.... Y en los segundos dos apartados: pescado (buey de mar a los aromas con mejillones en tempura, lenguado a la naranja, lubina salvaje,...) y carnes (carrillera a la vainilla con patatas y piña, hamburguesa de secreto ibérico y lomo bajo al estilo Simone). Y para terminar los postres: armonía de tres chocolates, profiteroles rellenos de crema pastelera, milhojas,...
Estuvimos un buen rato hasta que vinieron a tomarnos nota, lo cual no suele pasar en los buenos restaurantes. Pero cuando vino la camarera nos explicó que para no tirar la comida, preparan tantas raciones como personas tienen reservadas para comer o cenar. Por eso, cada vez que toman nota de un pedido, tienen que ir a la cocina para ver cuantas raciones quedan y así antes de tomar nota en la siguiente mesa, poder informar a los clientes/as de lo que queda. Está bien que lo organicen así para no tirar comida, pero si llegas tarde o si llegas pronto pero no te atienden pronto, probablemente no puedas pedir lo que quieras porque ya no haya. Es lo que nos sucedió a nosotros. Para cuando pedimos, ya no había más que una ración de arroz meloso con puerros, zanahoria, setas y mousse de calabaza, no había lomo bajo al estilo simone, ni tampoco carrillera....
Pedimos un poco de todo, en concreto de primeros, pedimos los cinco que tenían. Mientras lo preparaban, nos trajeron el pan. Unos panecillos pequeños de diversos tipos: integral, de nueces y pasas y de tomate. Los tres estaban muy buenos, alguno incluso llegó a comerse un par de panecillos antes de que trajeran la comida...
Mientras esperábamos nos trajeron unos aperitivos individuales: un minigazpacho, una minitosta de bacalao y otra minitosta de paté de cabracho, las tres cosas muy ricas.
Para beber, además del agua que ya nos habían traído, pedimos la carta de vinos. No es una carta muy amplia, pero no está nada mal. Tenían 4 blancos y cuatro tintos. En cuanto a denominaciones, varios de Madrid, uno de Uclés, un Ribera y un Jumilla. Nos decidimos por un blanco para los primeros platos, en concreto el Mesta 2010 chardonnay y moscatel, y un tinto para los segundos, Casa de la Hermita 2011 roble, de la DO Jumilla y elaborado con 100% monastrell. En los vinos y como nota positiva, lo abren correctamente cortando la cápsula por debajo de la primera parte de la botella (cosa que sorprendentemente en muchos sitios no hace bien), y lo sirven en copas finas, donde mejor se disfrutan los vinos. Como notas negativas, el blanco lo sacaron caliente y eso hace que al tomarlo, se note en boca mucho el alcohol, y muy poco los sabores del vino. Hay que servirlo a 6-7º y lo sacaron a bastantes más. Y también la camarera con el tinto lleno demasiado las copas, y cuando sirvió la segunda ronda, solo llegó para tres personas. Los vinos correctos, aunque sin alardes. El blanco bien en vista y nariz, muy flojo en boca. El tinto correcto en las tres fases.
Al rato llegaron los entrantes, cuyas fotos podéis ver a continuación:
Al rato llegaron los entrantes, cuyas fotos podéis ver a continuación:
Bombón de remolacha relleno de huevo de codorniz
| Ensalada de espinacas, queso de cabra y emulsión de cítricos con frutos secos |
Timbal de verduras en diferentes texturas
|
Tallarines naturales al fungi
|
Arroz meloso con puerros, zanahorias, setas y mousse de calabaza con virutas de jamón
|
Todos los entrantes gustaron, tanto en presentación, como en sabor. Muy originales además las presentaciones. Yo personalmente probé la ensalada de espinacas, que viene presentada dentro de un saquito de crepe, y me gustó mucho. Los tallarines también muy ricos, aunque menos originales, y el timbal de verduras muy bien presentado y con las verduras en su punto, que además eran frescas.
A continuación nos trajeron los segundos, que podéis ver a continuación:
Lenguado a la naranja con cebolla y almendros,
con juliana de judías verdes y ramillete de esparragos |
Buey de mar a los aromas con mejillones en tempura
|
Hamburguesa de secreto ibérico acompañada de chips de batata y brochera de ensalada
|
Lubina salvaje
|
Los segundos también gustaron mucho. La presentación muy cuidada, al detalle, la calidad de las materias primas muy buena, y las combinaciones de sabores, muy originales. Yo pedí el lenguado, y muy bien hecho, fresco y con un sabor muy rico con los toques de naranja y cebolla. Además probé la lubina, también muy rica, se deshacía en la boca casi sin masticar y la salsa muy sabrosa y ligera. La hamburguesa con un sabor muy bueno del secreto, muy original (el pan es azul por dentro) y una buena presentación, con la batata y la ensalada en brocheta. El buey no lo probé, pero la persona que lo pidió comentó que le había gustado mucho.
Para terminar, nos trajeron los postres, que siguieron la misma tónica de originalidad y excelente presentación:
Compota de piña y papaya con helado de pistacho |
Milhojas de manzana y helado de frutos rojos con salsa de chocolate a la naranja |
Tarta de calabaza con helado de tinto de verano
|
Y en cuanto a sabor, los postres también en la línea del resto de platos, gustaron mucho. El helado de pistacho casero, marida muy bien con la piña y la papaya. El resto de postres no los probé, pero también gustaron.
Cuando terminamos, no tomamos café ni chupitos, puesto que ya eran casi las 23:00h. Pedimos la cuenta, y pagamos 87€. 12€ cada menú y 15€ por las dos botellas de vino. Una muy buena relación calidad precio.
En conclusión, una excelente opción para comer o cenar platos originales, ricos y muy bien presentados por muy poco dinero. Dudo mucho que haya otro sitio en Madrid donde se puede comer tan bien por tan poco dinero. Los estudiantes son muy amables y atentos a lo que los comensales puedan requerir.
Como notas negativas, señalar que hay que reservar con tiempo, que si la noche es fresca y han puesto las mesas en la terraza vas a pasar un poco de frió, y que en función de cuando llegues o cuando te atiendan, cabe la posibilidad de que se haya terminado el plato que has elegido, y te quedes sin probarlo. Aún así, lo recomendamos y seguro que volveremos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario